Por Mateo Peraza Villamil: Cuando Filio me invitó a este evento pensé en rechazarlo, en huir. Atravesado por los prejuicios que definen el modelo de la relaciones artísticas —no alabar a quien conoces, no decir que es bueno porque pierdes objetividad— me cuestioné cómo, sin caer en lo cursi o en lo adulador, podía presentar