Por Amanda Pazmiño Torres
I
No arranquen flores de luz en vano
susurré -absoluta- a los hijos de la noche
mientras una constelación amaneció
en las laderas de mi cuerpo.
N u n c a a r r a n q u e s f l o r e s d e l u z
s i n o h a b i t a s l a c a l i d e z d e t u s h u e s o s
c o m o q u i e n a c a r i c i a u n c á n t i c o s i n p r i s a.
Solo recuerda, antes de escribir tu nombre sobre la arena
vas a ofrendarte, dócilmente, cada pregunta
como si fuese el preludio de un éxtasis.
Y cuidarás tu corazón
con el amor con el que ves nacer un pájaro
en la libertad de la madrugada.
Solo así, te llamarás
hija del sol
mar de piedras
canto de la luna.
II
N o a r r a n q u e s f l o r e s d e l u z
s i n a n t e s p r e g u n t a r t e
d ó n d e s e a ñ e j a e l t i e m p o
e l o r i g e n y l a f r e c u e n c i a d e t u s l a t i d o s.
¿T r a n s m u t a r á s e l v e n e n o
y s u c a p a c i d a d d e d e s t r u c c i ó n
c o n l a e n t e r e z a d e t u c a l m a?
¿T e p e r m i t i r á s e s c u c h a r t u v o z
y a b r a z a r s u p r o p i o r a s t r o?
III
Hay que saber transformar apenas todo
para que florezcan todas las semillas.
Hay que saber abrazar del propio ser apenas todo
así nadie nada nunca lo haya leído en la palma de tu mano
en el maíz o en tu sonrisa.
IV
Mirar hacia atrás labra tus sentidos
para comprender el idioma de los frutos
e iluminar tu nombre.
¿Dónde aprendiste a curarte las heridas
dibujar paisajes y mirarte al espejo sin dolor?
Entenderlo solo lo añeja el caudal del tiempo.
V
Es real ampliar los conceptos
hacia el pulso de la dignidad.
Es real traducir la migración de las aves
y comprender el flujo de la vida en cada amanecer.
Es real alimentar una mirada que revela el amor
como una constante en todos los cuerpos
en todos los desiertos y en todos los mares.
Renacer también significa clamar a la sabiduría del viento
y observarnos en la templanza del fuego.
VI
Hace un año me cubrí la mirada
frente a la luz oblicua del espejo y dije:
N o v o y a p r o t e g e r m i c o r a z ó n
s o l o p o r e s t a n o c h e
y v o l a r é f r e n t e a l s o l
c o m o u n á g u i l a
que bebe su sonido con mucha paciencia
y más allá del saber.
VII
Hubo un río al que le di mi nombre,
hubo una voz en la que supe reconocerme.
Como el agua que horada la piedra
labró mi avidez
socavó mi sed sin advertirlo
cuando la desmesura del cielo nos acogió
a 2850 msnm con el viento a 15 km/h.
VIII
Lu, d e s c i e n d e s d e l o s l o b o s.
S e m b r a s t e m i s h u e s o s
y m i r a s t e e l r e f u g i o d e l a s a v e s
q u e a n i d a r o n m i c a s a
c o n s u p l u m a j e h o n d o, c á l i d o y n e g r o.
¿Recuerdas aquel sueño?
Lo obsceno era esquivar nuestras miradas.
¿Escuchas mi voz?
No quise hallar la salida en tu cuerpo-lobo-de-páramo.
Entonces, pude entenderlo:
no existió nada antes del eclipse que abrió tus ojos
aquellos ojos que arrullé entre mis brazos
cuando ante ti se desnudaron los cantos de Afrodita
a manos llenas.
Nada pudo contradecir el tiempo que compartimos
excepto el sol.
IX
El guerrero que mejor ha iluminado el bosque
que hace meses sembraron en mi pecho
dio luces a los hijos de la noche
y multiplicándose en las palabras esparcidas sobre nuestros ojos, dijo:
e n s é ñ a m e a a m a r, repetía él a media luz, e n s é ñ a m e …
X
Hablemos en el lenguaje del mar
me dijo
hagamos del tiempo una profecía del vacío
vamos desnudándolo fisura a fisura
no es imposible.
Voy a abrigar las ciudades del sol en tu pecho
me dijo
cavemos a fondo el sinsentido.
Y, sin embargo,
tuve una voz atorada en mi garganta
el peso de los días en mis párpados
y palabras errantes ardiendo en mi plexo.
¿Qué significó volar en una caricia y con sumo cuidado
a las llanuras más lejanas del cuerpo celeste
que abrazó a destiempo nuestros nombres?
XI
Siendo hijos de la madrugada
vimos
la calidez zigzagueante
de una pareja siguiendo
el rastro de una habitación enorme
directamente proporcional
a la soledad de las esquinas
en plena luz del día.
Vimos
cómo la razón quiso consumir el lenguaje de los sentimientos
vimos
lo irrefutable palpitando en la forma en que adoran los ciegos
vimos
lo hiperbólico de amar únicamente-con-las-manos
para acallar el desamparo.
Entonces, dije:
Calma
La noche no ha venido a profanarnos
Calma
El infierno no existe
Calma
La procesión de ángeles en tu pecho se abraza a mi dios
Calma
La línea entre la mentira y la barbarie no es nuestra
Calma
La noche será un torrente de sal con salida hacia la superficie
de nuestros sueños más hondos
Calma
El dolor nunca incendió ciudades disléxicas en tu vientre
Calma
Nunca se ha escrito un naufragio pronunciando tu nombre
Calma
XII
Aquella vez, a la medianoche, escuchamos:
L a t i e r r a f u t u r a r e s p o n d e
a l a m o r d e l a s r a í c e s
q u e a c o g e n t u l e n g u a j e m á s p u r o.
Aquella verdad era un vestigio de las cordilleras que me vieron nacer.
Aquella verdad no pudo mentir mi sangre trenzada al fuego.

Amanda Pazmiño Torres (Quito-Ecuador, 1993) Escritora y docente de literatura e inglés. Realizó su maestría en Estudios de la Cultura (UASB, Quito). Primer premio del Festival de poesía “Ileana Espinel” 2019. Directora del taller de escritura poética “Camino hacia el equilibrio: palabras que sanan”. Sus poemas integran varias antologías, entre ellas: Metáforas de un cuerpo (Dadaif, 2014), Cigar city poetry journal (2018) y Alma Adentro (El Conejo, 2018). Sus publicaciones digitales constan en: Círculo de poesía (México), Escrituras Indie (Argentina), diario EL Ciudadano (Chile), La Ubre Amarga (Bolivia) y La raíz invertida (Colombia). Ha participado en varios encuentros literarios nacionales e internacionales. Su plaqueta Recorrido de abismo (2017) fue publicada por Editorial Despertar (Loja-Ecuador). Su próxima publicación de poesía se titula “Les hablaré de ti a todos los mares que fragüen un hogar en mis ojos”.
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