Vivisección
Primero hendimos el bisturí
en el intestino de la avenida.
En su interior, se aprecia
como nos desbaratan sus
variadas partículas corrosivas.
La avenida metaboliza
nuestra presencia,
excretando seres humanos
nuevos y homogéneos
diariamente.
Esa aglomeración de allá
es un peligroso quiste,
aquel ciego tocando la trompeta.
Un sujeto mal digerido
que busca desangrar la calle.
Su trompeta, similar
en diseño a las avenidas,
atrae las miradas cortantes
del peaton disimulado.
Ahora que separamos la grasa
y los elementos estorbosos,
procedemos a remover
la sección del intestino
mas importante: nuestros ojos.
Lluvia de meteoritos
A cierta hora de la noche,
cuando se desarman
los cajones citadinos
y cesa la orquesta de
bocinas directoras.
Al principio de esa hora,
saboreo las cálidas migajas
del banquete urbano.
Postres para vagos atentos
estampados en las paredes.
Remojo las avenidas con la luna
silenciosamente hasta el fondo del cielo.
A esa hora caminamos en la vía láctea.
En la cantina después del apagón
Que pedo, me llamo Luis López
aunque me dicen el Coco.
No es mi intención molestarlos, neta.
Deja que ponga otra guama.
¿Escribes chavo? Que chingón,
yo se que vas a publicar tu libro.
Cuando lo hagas, recuérdame coño,
porque esto no pasa todos los días.
Hoy nos conocimos y tienes que contarlo,
porque se que estamos entre camaradas.
Lo sé, porque soy sureño y soy amable.
Hoy no estoy en mi zona,
podrían tumbarme los cabrones del fondo.
No es broma vato, pero no me voy
hasta que nos chinguemos otra.
Y recuérdalo para que todos lo sepan,
a mi me llaman el Coco.
Insomnio de cacería
Como si tumbáramos la ciudad por un costado
y nos tendiéramos rendidos en ese gran colchón,
esta desesperante noche ronronea
persiguiéndome entre sábanas,
mordisqueando mis pies cansados.
Un firmamento de pupilas dilatadas
resquebraja los marchitos panales
formados cuadra tras cuadra,
marcando la trayectoria de mis delirios.
Brotan patas a los costados de una idea:
Exijo devorar al sueño mas suculento,
como si al fin estuviera a punto
y quedara siempre un paso de penumbra.
Esta noche clava su terrible colmillo de luz muerta
irradiando apetito de fantasmas y milagros.
Que me espere despierto el abismo,
estos agotados ojos masticarán rendidos
la carne de sus misterios.
La carrera de nuestras vidas
En sus marcas, listos, fuera:
Resuena justo detrás de cada estallido
arrancando cada segundo desesperado
por estrellarse en los latidos del revolver.
Miren rápido, justo enfrente,
esa señora derrapa su última curva
totalmente confiada en Dios.
Nos rebasa aquel morrito rebelde,
podemos tomar ese atajo suyo.
Cuidado, no dejes de acelerar
aunque vayamos de bajada.
Apúrate no hay tiempo usa la rampa.
Motores rebosando lágrimas de alegría
derriten el paisaje por la combustión,
mezclando todas las formas y sustancias
que figuran este delirante sendero.
Un arco iris nos oculta la meta en el horizonte.
En automático
Les juro que de tanto operar en caja
pierdo la noción del tiempo.
Ahí me ves, atrapado en mis músculos
que teclean y embolsan tranquilos.
Incluso mis palabras se programan
diariamente para ustedes.
Por eso mas allá de lo metafísico
veo que las cosas son bien claras.
El mandado es una fuerza centrífuga,
todos nos movemos en círculos.
Oscilamos espirales hacia mi lector
atraídos por alguna clase de gravedad.
Imagino al inventario
colarse a través de un tapón
donde nosotros quedamos atorados en el filtro.
Mis palabras raspan el sobrante
y se siguen llenando los anaqueles.
¿Es el mismo aparato
que anima estos trazos
de banqueta circular
y mueve mi cuerpo sonámbulo,
el que arrastra mis pensamientos?
Puede que sea la operación tomando conciencia.
Información sobre Ariel López: Nací en la ciudad de Guatemala en el 92, lo que me da un total de 25 años en esto de estar vivo. Merodeo las calles de Mérida desde hace 10 años aproximadamente. Escribo desde que me uní al taller Drenaje: Catarsis Literaria, por ahí del 2013 con Adán Echeverría y Jorge Manzanilla como talleristas. Adán, junto a Mario Pineda, sacan una antología llamada Karst: Escritores de la Peninsula Yucateca en 2016. En esa publicación aparecen algunos poemas escritos durante el taller. Por otro lado en el 2013 fundamos junto a Violeta Azcona y Fernando Vázquez un taller de escritura llamado Espías de la Interzona. Ahora me dedico a escribir, para todos ustedes. Mucho gusto.