BIG BANG
Mi cuerpo sufrió un Big Bang:
desprendimiento de brazos y piernas;
mis dedos contorneaban
un vestigio visceral
que antes llamé mío.
Se clavaron en el suelo mis codos y rodillas,
donde mi mente escupió un espectáculo
de fuegos artificiales,
y en mi boca explotaron estrellas de dinamita:
florecía pólvora de cósmicos colores.
Iluminaban el cielo de galaxias y nebulosas,
viajaban mis ojos meteoritos azules:
contemplaban mi destrucción.
Mis oídos de sol
escucharon el ronroneo de mi corazón
que replicaba libertad;
aún estaba atorado en mi pecho.
TU JARDÍN
Cuento las veces
que perdí el tiempo
pensando
en tu piel de amapola,
tus rizos impertinentes,
tu aroma a cielo
y rocío
de días nublados,
a sol
de noches a solas
con tu recuerdo;
el espacio entre tus cejas
y la profundidad
de tus pupilas
amarillas
como el atardecer
que nos vio eclipsar
un adiós.
¿Cuánto dura un cigarro?
cuánto puede vivir una chispa de tabaco
entre tus dedos,
mientras bailoteas la colilla
de papel quemado.
La longevidad se puede medir
por la cantidad de humo
que exhala tu boca,
cuando hablas
y pronuncias cada letra
con la tenacidad atorada en tus dientes;
cuando imitas
la forma de un beso
con la mirada.
Arrastras los ojos
en dirección a mi labios,
exhalan tus pupilas humo
Filtrado entre la telaraña ocular
de tus ojos áureos.
Tus abrazos son efímeros
como un cigarrillo,
eternos como la nicotina
en tu lengua, en tus labios,
en los cabellos que
se enredan en tus mejillas
pálidas y llenas de mis caricias imaginarias,
donde yacen mis interminables fantasías,
cuyo fin es inapelable:
quisiera rozar
con la punta de mi nariz
tus verdades,
el Edén donde aguardan los cigarrillos
que has fumado,
el alquitrán amberino
de ósculos indirectos y agarrones de piel
que se convierten en lanzaderas
y peleas de carne
entre depredador y depredador,
la presa es el íntimo sexo,
custodiado por las cenizas
que ha dejado tu cigarrillo,
en medio del trivial intercambio
de información, entre tú y yo;
en medio del cadmio y el arsénico,
los fósforos, un encendedor,
la calle atrapada debajo del tráfico,
la noche en su cercanía, la luz
incandescente donde se pierden
los minutos disfrazados de humo
que nace entre tus dedos,
que se extingue en tus palabras.
Alejandra Canela. Guadalajara, 94. Estudiante de Letras Hispánicas. Ha publicado en revista Himen. Dirige la revista literaria, independiente y electrónica, Palapronta. Le “dedica” ocho horas diarias a los libros, excepto los miércoles, que es cuando invierte el tiempo en escuchar el poé[caó]tico tránsito de GDL.
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