SERIE ANIMAL
Aún después de muertos
los perros le ladran a los autos;
corren arrastrando sus sombras,
como eso,
sólo un soplo entre los labios.
Son como niños que juegan
a buscar tijeretas;
les preocupa no morir,
no arrancarle un ojo a la basura.
En cambio, qué somos nosotros
sino un leve ladrido
que se pierde para siempre
bajo una rueda interminable
Cuerpos, de repente,
pero de manchas que se borran.
(SE DICE) RUPTURA
La fotografía es precisa:
dos personas,
dos fantasmas,
todo un mundo desolado
reventando en sus pupilas.
PARA ASEGURARSE DE QUE (NADIE) TE ESCRIBE
Lo que mata es el ruido de las oficinas
clavado en las pestañas;
el oficio de escribir, de alimentar,
de hacer valer viejas promesas.
La poesía no es más que eso:
un reencuentro innecesario con las bestias
cuya transparencia es cuestionable.
Un andar de pasajero por la vida y las palabras
como si llorar
pudiera calmar el delirio de las sombras.
Lo que mata, finalmente,
es convertirse en otro cuerpo;
dormirse de cara al sol
con la intención de hacer la ausencia.
RUIDO Y CALMA DE LAS GRULLAS EN MIS OJOS
El amor no es un cordón de sangre y semen olvidado,
la porción de ramas que te sobran
o el dolor de un nombre en las escamas de la noche;
cómo debiéramos hablarnos más seguido,
cuántas paredes reducidas a un nosotros.
Y estamos ahí, consumidos, de carne y piedras negras,
rodando de esquina a esquina , y de boca a boca,
con el ruido intenso de una herida abierta.
CRUCIFIXIONES
No basta con rezar.
No basta con ir de soledad en soledad
arremangándose la carne, los ojos y los huesos,
dispuesto a ser la causa y el efecto
de los rostros y los labios que descienden al olvido.
Aquí no basta con morir,
con vaciar el cielo, la boca, toda el agua
que resbala por las sienes del pasado.
No basta con ir de sol en sol
buscando los nombres que te faltan
para completar tu secuencia quebrada
de muertes y pequeñas muertes.
Se trata de venir y de dejar,
de volver de este viaje sin viaje
en el que las víctimas de la nostalgia
se abrazan y besan y desnudan,
en un encuentro sin encuentro
que hace pedazo a tanta gente.
FASE CRÍTICA
Con el tiempo aprendí a contar sus pecas
sin la necesidad de mirarla,
imaginando que esas mismas pequitas,
casi imperceptibles,
eran pequeños alfileres clavados en su rostro
por cada “te quiero” sin respuesta.
ROBERTO SÁEZ OJEDA Nació en Valdivia (Chile) el 1 de octubre de 1992. Es Profesor de Lenguaje y Comunicación, titulado de la Universidad Austral de Chile. En la actualidad, se encuentra cursando el Magister en Literatura Hispanoamericana que ofrece la misma casa de estudios. Se ha dedicado desde muy pequeño a escribir poesía, siempre con la intención de no dejarle demasiado espacio a la melancolía. Sus palabras son respuestas al vacío, se supone.